A falta de los materiales que Trude Sojka usaba en Berlín, en Ecuador se le ocurrió, después de ver a unos albañiles trabajando, y de preguntar a expertos sobre este material, el cemento. Ella aprendió a dominar este material gris que se secaba con celeridad.

​

Sojka se consideraba más una escultora que una pintora, sin embargo, en su obra ella combinó ambas técnicas para lograr "esculto-pinturas", como las denomina Valeria López, máster en Estudios Culturales y experta el trabajo de la checo-ecuatoriana.

​

La obra de Trude Sojka se caracteriza por un expresionismo europeo "por su vigoroso tratamiento de los signos del pasado andino o por la exaltación de los sentimientos humanos", afirma Julio Pazos.

 

El expresionismo de las obras de Trude Sojka denota, según López, "cierta rebelión ante el régimen al cual sobrevivió, pues recordemos que el nazismo declaró al are expresionista como 'degenerado' e incluso lo prohibió por su influencia judía y bolchevique".

​

No obstante, era difícil que sus pinto-esculturas de cemento se quedaran adheridos a los marcos de madera, por lo tanto su hermano, el ingeniero Walter Sojka, ideó el método del "acrilo-vinilo" que consistía en una ciudad que servía para pegar la obra a los soportes. Esta sustancia fue entregada luego a los artesanos de Calderón, al norte de Quito, para que la usaran al fabricar sus muñecas de pan.

​

La obra de Trude Sojka se divide en cuatro etapas:

• La primera etapa en la que la artista utiliza el arte como forma de sanción frente a los horrores del Holocausto.

• La segunda etapa, en la que aprende de la corriente precolombina de la época y lo combina con su arte.

• La tercera etapa, en la que hace pinturas más abstractas y referencias a artistas como Chagall.

• Y la cuarta y última etapa que coincide con el nacimiento de sus nietas en la que realiza obras de carácter más lúdico, como pensadas por un niño.

​

​

​

Ana Steinitz, hija de Trude Sojka, describe la clasificación de las obras de su madre: