
En Ecuador, el arte de Sojka florece
A Trude no le gustaba demasiado Guayaquil, por lo que con su hermano Walter decidieron viajar a Quito en -el en ese entonces operativo- tren del Ecuador, aquel que recorría innumerables parajes, nuevos para Trude y que atravesaba el peligroso paso por la Nariz del Diablo.
​
Quito le impresionó desde el inicio, según recogen las memorias plasmadas por Rodrigo Villacís en el único libro sobre la artista. Su arquitectura barroca y religiosa, sus calles estrechas y el clima agradable, aunque ella generalmente no salía demasiado.
"Me parecía increíble que a veces la ciudad pasara de verano a invierno, o viceversa, en cuestión de horas", decía Sojka.
​
Walter tenía un negocio en la Mama Cuchara, una antigua calle de Quito. Allí funcionaba un taller llamado Akios (Sojka al revés), al que Trude se integró rápidamente. En Akios, ella aprendió sobre el arte ecuatoriano, sobre todo aquel que utilizaba cerámica y motivos indígenas. Trude comenzó a elaborar estas artesanías lo que le devolvió el gusto por el modelado.
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
El amor llegó de nuevo, esta vez de la mano de Hans Steinitz, un judío alemán con estudios en derecho. Luego de un corto noviazgo decidieron casarse. Formaron una vida juntos y tuvieron tres hijas. Eva Graciela, Miriam y Ana. La última es quien preside actualmente (junto con su nieta, Gabriela Steinitz) la Casa Cultural Trude Sojka.
​
Alrededor de los 60s, Trude comenzó su reencuentro con el arte, pero se tropezó con que en Quito no halló los mismos materiales con los que trabajaba en Berlín. Es así como, al ver a unos albañiles trabajando, tuvo la idea de usar el cemento como material de trabajo que logró dominar solo después de muchos intentos de prueba y error.
​
Trude se sentía impresionada por la cromática y la concepción estética del arte popular ecuatoriano por lo que dedicó mucho tiempo a leer y a conversar con expertos para entender la cosmovisión de las antiguas culturas. Los diseños antropomorfos, zoomorfos, los diseños geométrico utilizados por las culturas guangala, capaya, jama-coaque... le atrajeron mucho.
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
Pronto se codeó con grandes artistas del Ecuador como Kingman, Guerrero, Paredes y Guayasamín. Pero a diferencia de ellos, ella quería relieve en sus pinturas, por esto se atiene al cemento, un material que le permite obtener sus esculto-pinturas con un estilo informalista y mucho más visceral que comunica emociones y sentimientos a quien ve su arte.
​


TESTIMONIO
"El arte es parte de mí misma, es mi vida, soy yo... siempre me fascinaron las formas, la armonía de las líneas y la sinfonía de los colores: todo vive y vibra en una buena obra. Estudié escultura y aprendí cerámica y esmaltado.
​
Todo me pareció fascinante. La posibilidad de crear me hizo feliz: yo había encontrado mi mundo... Yo me salvé por milagro, vine a Ecuador: mi segunda patria y donde hice mi hogar. Aprendí a apreciar el arte precolombino... El cemento con capas de color tomó mi vida: fue un trabajo bastante duro pero que me dio mucha satisfacción"
Trude Sojka. "La posibilidad de crear me hizo feliz". Documento cortesía de Casa Cultural Trude Sojka